martes, 1 de abril de 2008

Vita

Hay un lugar, a mitad de camino entre el paraíso y el infierno, donde habita el hombre. Esa tierra hermosa queda a la mano de todo el mundo pero son muchos los que, por querer buscar los placeres de la patria de Adán o por perder el alma en el averno de sus desmanes, jamás disfrutan de ella. Allí vive un anciano, de rostro enjuto y cuerpo encorvado de tan consumido por los años, avejentado por el sol. Sonríe a cada transeúnte que pasa frente a su puerta. Sólo algunos, los menos, le devuelven el saludo. Pero él es generoso y con su mueca cómplice y sana dice hola y adiós. Aquellos que pasan de largo no saben que han vivido.

© Luis Torregrosa López, 2002.

2 comentarios:

Góngora dijo...

Muy profundo, sensato y maduro. Me alegro de ver que regresas a tus raíces y sorprendes con tus relatos. Gracias por compartirlo.

Luis Torregrosa dijo...

Gracias a tí por pasearte por aquí.