martes, 1 de septiembre de 2009

Carmen

Manicomio provincial de Elda, 1920.


Dicen que la tía abuela Carmen se volvió loca cuando el Auxilio Social franquista, después de la guerra, les negó a sus sobrinos los alimentos por ser hijos de socialistas. Ese día, la tía abuela marchó con paso decidido a la Iglesia parroquial de Novelda y arrambló con cuantos tapetes y telas cubrían el altar y el sagrario. Aquellos paños habían sido cuidadosamente bordados y festoneados de encajes por ella durante largos años.

Pasó el resto de sus días en el manicomio de Elda, visitada ocasionalmente por la familia. Debe de haber un nombre para denominar lo que la tía abuela Carmen sintió aquél aciago día de 1939. Seguro que un psiquiatra nos podría dar una definición y explicación, pero no sería suficiente. Hay algo de valor en estado puro en aquella reacción que siempre me ha sobrecogido. Y de fortaleza. Enloquecida de humanidad, apenas si vislumbro cuales pudieron ser sus delirios y terrores más espantosos. Bienaventurada mujer.
(c) Luis G. Torregrosa López, 2009.