jueves, 29 de mayo de 2008

Juan Ramón Jiménez, in memoriam



Hace 50 años moría en Puerto Rico Juan Ramón Jiménez el segundo Premio Nobel español más olvidado —siempre quedará en el top Echegaray—. Dos años ante de morir, el exiliado Juan Ramón recibió el Nobel. Hjalmar Gullberg manifestó aquel lejano 1958 que el premio se concedía "a una larga vida consagrada a la poesía y a la belleza", hablando del autor como un "viejo jardinero" al recordar que su obra no tenía el porte de una gran construcción andaluza, sino de un fértil jardín, de esos escondidos a trasmano donde uno debe entrar y abandonarse para descubrir lo cotidiano en las manos de un poeta que le confiere un resplandor ejemplar y nuevo.

En efecto, Juan Ramón Jiménez fue la timidez echa poeta, y quizás por eso necesitaba escribir. El exilio truncó buena parte del brillo de su obra, posiblemente culminada con Platero y yo y Diario de un poeta recién casado, obras publicadas veinte años antes de marchar de España.

Hay un premio de poesía que lo homenajea en el que sólo se implica la Diputación de Huelva —los olvidos del Estado y la Comunidad andaluza alguien los tendrá que explicar—, una modesta fundación que hace lo que puede con pocos fondos, apenas si una imperceptible señal de que fue y estuvo entre nosotros. Hace poco en la Residencia de Estudiantes se presentaba una gran obra sobre el maestro, Juan Ramón Jiménez, 1956. Crónica de un Premio Nobel, del también poeta Alfonso Alegre Heitzmann. La mejor inversión de junio puede ser comprar por 25 euros esta delicia para conocer la explosión interior de un grande de la literatura. Apenas llenar medio depósito de gasolina.



Diario de un poeta recién casado (fragmento)


La Mancha


Una estrella sin luz
casi, en la claridad difusa
de la luna extendida por la niebla
vigila tristemente todavía
los olivares de la madrugada
que ya apenas se ven.
El campo
trastornado e informe e incoloro
en la sombra
que, gris, se va y la luz gris que se viene,
empieza vagamente e limitarse
con el alba,


luces y colores...


¡Alma mía
salida ahora de mi sueño nueva,
tierna, casi sin luz ni color aún, hoy
—como un recien nacido—
por este campo viejo que cruzaste
tantas veces
—los olivares de la madrugada—,
tantas veces, con ansia y sin sentido,
a la luz de la estrella inextinguible
de tu amor infinito, ¡cuanto tiempo
naufrago de la luna!


...Una estrella
vigila tristemente... todavía...
los olivares de la madrugada
...que casi no se ven
ya... en el recuerdo...

6 comentarios:

Unknown dijo...

La gasolina más cara que la cultura...

Intrigante concepto, Maestro.
Gracias por reivindicar lo nuestro en nombre de este andaluz olvidadizo.

montse dijo...

No está todo perdido!!...
Siempre hay alguien que recuerda a las personas que llegan al corazón!!
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Los españoles estaban todavía con la emoción del chiki-chiki como para acordarse de este genio. Gracias por el homenajito!

Anónimo dijo...

Me quedo con los versos antes que con el petróleo, claro. Un abrazo.

Ramon dijo...

Con Juan Ramón una palabra vale más que mil imágenes. Gracias por dedicarle este post y hacérnoslo presente.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Magnífico tu post In Memoriam. Muchas gracias.

Un abrazo