sábado, 7 de junio de 2008

Guisote de collejas con espuma de mar

(Cabo de Gata. © Alberto Conde)
Dedicado a la memoria de Alberto Conde, que falleció el pasado dos de mayo

Le gustaba dar de comer a los gatos aquello que rascaba de la olla. Era vieja y su vista hacía tiempo que flaqueaba. Tenía la cara alquitranada del sol alpujarreño, siempre sentada a la puerta de la casa, con la persiana golpeando a poco que moviera el viento. Aquel verano la llevaron a conocer el mar en Gata, un sueño antiguo de juventud. Al llegar a la playa le faltaba el aire con la emoción. Le dispusieron un asiento frente a la orilla y saboreó cada murmullo de las olas, la espuma del agua que jugaba entre sus dedos y la fresca caricia de la arena húmeda. Casi podía oir a los piratas berberiscos acercarse, recordando con precisión las historias que había escuchado desde niña y que su padre le contaba una y otra vez. Ensimismada, no notó acercarse un gato cobrizo que, de inmediato, saltó a su regazo. Ella lo abrazó y sacó de su bolsillo un trozo de galleta. "Hoy es fiesta, toma un dulce", le dijo, "mañana, en casa, guisote de collejas".
© Luis Torregrosa López, 2008

4 comentarios:

Isa Segura B. dijo...

Un cuento a la vieja usanza, con su rama de canela y su corteza de limón ¡delicioso!
Precioso jeribeque para un gran fotógrafo que nos dejó sus huella en la arena.
Un abrazo.

Ramon dijo...

Una vez más he disfrutado con la lectura de tu narración. Intensa, matizada, hermosa. La foto, acorde con la letra.
Un abrazo.

montse dijo...

Una tierna historia y una imagen muy bien buscada, para hacer un homenaje a alguien que te ha dejado huella!!
Muy bien!!
Un abrazo.

Luis Torregrosa dijo...

Isa, hay un encanto en la tradición al que no me puedo resistir. Además, me evoca historias conocidas. Ramón, los matices a veces son exagerados, pero necesitaba que el lector sintiera cada detalle. Montse, hay imágenes pensadas para un cuento, o viceversa, nuca sé. Gracias a los tres.