viernes, 27 de junio de 2008

Gente común


Eran un puñado de hombres y mujeres seleccionados. Había blancos y mestizos; de diferentes culturas y lenguas; de gustos diversos y absolutamente desconocidos. Eran todos ellos respetables, buenos vecinos y ejemplares ciudadanos, amantes de sus familias y entregados al trabajo: amas de casa, ejecutivos, administrativas y hasta un estibador del puerto. Guardaban el silencio y la atención debidas y todo en ellos era sentido común y responsabilidad. Por eso a nadie le pareció extraño que a la pregunta del magistrado contestará la portavoz de todos ellos: pena de muerte.


© Luis Torregrosa lópez, 2001.

7 comentarios:

Lena yau dijo...

oh!

Hachazo verbal!

Ironía divina!

Un beso

Ramon dijo...

Un buen mazazo este final.
Te felicito.

montse dijo...

Difícil obligación, la de juzgar y condenar!!... No me gustaria tener que ejercerla, seria incapaz!!??
Nos obligas a cuestionarnos y eso es bueno!!... Gracias.
Un abrazo.

Isa Segura B. dijo...

Un final de doble filo,como a mí me gustan.
Un abrazo.

Luis Torregrosa dijo...

Lena, las cosas como son resultan terribles. Un abrazo.

Luis Torregrosa dijo...

Ramón, Montse, juzgar es fácil, lo difícil es razonar para qué se juzga. Un abrazo.

Luis Torregrosa dijo...

Crisol, Isa, Crisol, el relato nace a raíz de un curso sobre la institución del jurado en Estados Unidos. Hay muy poca ficción en el texto, aunque no lo parezca. Un abrazo.