viernes, 1 de febrero de 2008

Algo notable

Al finalizar la guardia, encendió un pitillo y se sentó sobre un pequeño montículo a contemplar el amanecer. Enfrente, el horizonte brillaba de forma intensa. Hacia el norte, las cumbres ofrecían la frescura de la nieve recién caída. Al oeste, se alejaba la noche. En el sur, los muros del viejo cuartel de artillería se confundían con el tono pardo del páramo. Todo era silencio. Sobre su cabeza el azul nítido, sin un jirón de nubes. La calma era absoluta. De repente, una pluma gris se balanceó ante sus ojos y cayó suave girando sobre su eje. La siguió con la vista en un recorrido infinito de tan pausado. Terminó posándose entre sus botas sobre las briznas de hierba y contempló como se curvaba una de las hojas ante el leve peso de la pluma y una gota de rocío, no mayor que una lágrima, resbaló hasta diluirse en la tierra. Si alguien hubiera estado lo suficientemente cerca y atento, le hubiese oído susurrar: "Algo realmente notable, pero a veces estas cosas pasan".

© Luis Torregrosa López, 2001

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