Al mirar a esa mujer que permanece en la cama, cualquiera nota su perturbación y extravío. Al prestar más atención, si nos aproximamos lo bastante y fijamos nuestros ojos en los suyos, observaremos que en el fondo, más allá de sus pupilas, enfocado sin dificultad, se puede ver el gesto colérico de un hombre con la mano alzada sobre ella por primera vez.
© Luis Torregrosa López, 2008
10 comentarios:
Tengo que aprender de ti.
Y no me digas excesiva.
(jaja)
Es verdad...mucho que aprender.
besote
Otra de tus entradas inquietantes. al final vas a conseguir que los lectores terminen reflexionando.
Eres un agitador social, Luis. Lo sabes, ¿no?
Vas dando cuerda a las palabras hasta que estallan de terror, todo un mecanismo de precisión.
Un abrazo.
Es justo como dice Isa. ¿Te he dicho ya que eres un mago de la palabra? Pues te lo repito las veces que hagan falta. Muy bueno. Has dado en la diana.
Un abrazo, Luis.
Relato impactante con imágen impactante. Excelente. Como siempre.
Saludos.
Lena, tus letras son asaltos al alma. No cambies. Yo sólo soy un mocoso de las letras. Un beso.
Hispa, ya quisiera ser un agitador. Me sobra con que alguien se motive un dedique un minuto a pensar en algo que no sea ¿dónde está el mando de la tele?. Un abrazo, Alteza.
Isa, los espacios más relajados son la fuente de los mayores asombros. Gracias y un abrazo.
David, siempre generoso en exceso. Gracias.
Gracias Ramón. Igual un día te pido permiso para usar una de tus imágenes. Un abrazo.
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