Imagen: Jalal Volker
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Pasea por la memoria la mirada del primer encuentro cuando necesita olvidar el último.
© Luis G. Torregrosa López (2011)
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El conde de Nordeck saludó a los hombres con un movimiento de cabeza, nadie estaba de humor para hablar. Echó una breve ojeada al animal y sacudió la cabeza en gesto de resignación. Sacó la cartera del bolsillo de la chaqueta, contó cuatrocientos euros y entregó el dinero a uno de los hombres. Era más del doble de lo que valía la oveja. Uno de los hombres dijo:
—Esto no puede continuar así.— Y expresó con ello lo que todos pensaban.
Cuando los hombres se marcharon del patio con la camioneta, Nordeck se subió el cuello del abrigo. "Los granjeros tienen razón —pensó—, debo hablar con él".