Pasó por el mundo con la ligereza de un ave que lo sobrevuela veloz, sin detenerse a prestar atención. Mientras surcaba una mañana el cielo sobre los humedales de la pobreza, indiferente a los persistentes lamentos que se alzaban desde los cañaverales, el grito agónico de un niño hambriento lo abatió de una perdigonada certera.
© Luis Torregrosa López, 2002.
2 comentarios:
Precisas aliteraciones, tanto como el perdigonazo.
Bonitas y certeras imágenes para un terrible mal.
Saludos.
P.S: yo habría sintetizado más, pero esa es otra historia.
Aún más breve, aún más. Esa es otra batalla en la que me embarco muchas veces.
Publicar un comentario