Tenía pesadillas recurrentes y el médico me recetó unos somníferos que me permitieran un sueño tranquilo. Ya no amanezco bañado en sudor, ni me atenaza el miedo, ni siento palpitaciones al despertar. Ahora duermo en un vacío inmenso, un abismo donde la nada gobierna con mano de hierro. Al cerrar los ojos cada noche, me muero.
© Luis Torregrosa López, 2002.
7 comentarios:
Bueno es saber que en la 'otra vida' se acaban las pesadillas... a no ser claro que toda ella se tome por una pesadilla.
Yo sintetizaría al máximo este texto (lo siento, no he podido evitarlo, pero sinceramente creo que ganarías fuerza).
Saludos y disculpas por la intromisión en tu labor de escritor.
Terrible disyuntiva entre la pesadilla y la muerte.
Habrá que intentar soñar despiertos.
Un abrazo.
Has creado la imagen de la nada... del vacío inmenso!!... Refleja muy bien el contenido del texto.
Un abrazo.
Isa, sí, quizá tengas razón. O no lo he sabido expresar. Es fruto de una experiencia personal. Abandoné los somníferos porque prefería saber que estaba vivo, aunque fuera sufriendo pesadillas, a la sensación de vacío que las pastillas me provocaban. Gracias por tus consejos.
Ybris, dicen que soñar despiertos es locura. A saber. Gracias por tu comentario.
Montse, ¡qué vértigo no ser! Gracias.
No,no, Luis, lo has expresado muy bien, pero ya sabes (no en vano jugamos en el mismo campo) algunas cosas ganan (y mucho) con la síntesis.
Intentaré atarme los dedos cuando me ataque la vena 'ficticiana'.
Un abrazo.
Publicar un comentario