De los dos hombres que están sentados en el banco del parque, sólo uno pretende conocer su destino, y las arrugas lo van revistiendo, transfigurándolo ante nuestra mirada sorprendida, perfilando con nitidez la imagen inconfundible de un anciano decrépito. El otro se ha levantado y se dispone a subir al columpio.
© Luis Torregrosa López, 2005.
4 comentarios:
Magnífico relato. Subamos al columpio, que es hora. Al de este blog en el que nos deleitas con tus creaciones, por ejemplo. Un abrazo, Luis.
Gran escritor y mejor persona, amigo rupert. Un abrazo.
¡Bravo! Este me ha encantado por su fuerza, en todos los sentidos: imágenes, desenlace, ritmo.
Me alegra ver que sigues con tu musa.
La musa me ampara si me pongo a escribir con tesón; en caso contrario me mira con desapego y dice, ¡trabaja!. Gracias Isa.
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