Mi problema es bien sencillo: veo cosas distintas de las que oigo. O mejor dicho, veo lo que ocurre y oigo lo que ocurrirá. Mientras puedo observarte ahí sentado, leyendo, me estremecen ya los quejidos de tu agonía. Y más aún: siento en la punta de mis dedos la frialdad de tu cuerpo extinto y mi olfato me recuerda que llevas varios días pudriéndote en el sepulcro. De mi sentido del gusto mejor no hablemos. Te dejaría estupefacto.
© Luis Torregrosa López, 2001.
© Luis Torregrosa López, 2001.
4 comentarios:
Tu prosa encierra mucha poesía, Luis. Mucho entre lo onírico del corazón y el fogonazo que impacta en el cerebro. Estupendo final, no deja indiferente al que prueba el sabor de tu texto...
Un abrazo.
Impresionantes, tus poderes sobrenaturales. Me alegro que hayas omitido tu sentido del gusto.
Genial texto, Luis. Me alegro de haberme pasado.
Un saludo
David, en el relato corto, y más y en el microrelato, siempre parece haber algo de poesía. Misterios. Alicia, un placer verte pasar por aquí.
Esto me ha parecido impresionante.
Muy Poe. Muy mío.
Ya tengo un blog más dónde perderme.
Cagontóloquesemenea
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