viernes, 3 de enero de 2014

Trabajos forzados

Bagno penale a Portoferraio


Telemaco Signorini [en dominio público], vía Wikimedia Commons

Las volutas de humo del cigarrillo subían hacia el techo caracoleando. No dejaba de fumar y beber. Sudaba. Me senté un instante para reponer fuerzas, alejado de la luz cenital, en la penumbra de la estancia. Los demás se sentaron también. Llevábamos ya ocho horas y aquello parecía no terminar nunca. Cuando me sentí algo aliviado volví a levantarme.

-¡Vamos, señores, que no estamos de vacaciones!-, grité.


Y nuevamente, con la rutina de cada mañana, cada tarde y cada noche, retomamos el trabajo: fui yo el primero en volver a golpear al preso.


© Luis G. Torregrosa López (2001)

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lunes, 29 de abril de 2013

El desencuentro



Imagen por Pacopac (Own work)
[CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], via Wikimedia Commons



La anciana permanecía sentada en un banco del parque. Siempre llegaba a primera hora de la mañana, con su andar limitado, un bolso negro y viejo y una bolsita blanca con migas de pan para las palomas. Y siempre, también, cuando el sol comenzaba a ser implacable, se recogía para casa. Hoy, sin embargo, el astro rey está en el cenit, el calor asfixia, y la anciana sigue ahí, algo más ensimismada que de costumbre: reflexiva. Ya no quedan migas de pan en la bolsita y es la hora de comer. La anciana suspira y agacha la vista. Debemos acercarnos un poco más y mirar en el fondo de sus pequeños ojos verdes, aún vivarachos, para tratar de averiguar la novedad. Si nos fijamos, hay algo cristalino en su mirada, una lágrima que no termina de cuajar. Y si todavía somos capaces de llegar más allá, donde empiezan a formarse las imágenes, descubrimos al fin su desconsuelo. Sin duda, ese que ahí vemos atrapado en la retina de la anciana es su hijo. Debió pasar frente a ella a primera hora y .... sí, ya vemos, ¡no la reconoció! No creo que se levante hoy, ni mañana.

© Luis G. Torregrosa López (2001)


miércoles, 8 de febrero de 2012

Recuerdos



Imagen: Jalal Volker
[CC-BY-SA-3.0 o GFDL (www.gnu.org/copyleft/fdl.html). Wikimedia Commons


Pasea por la memoria la mirada del primer encuentro cuando necesita olvidar el último.

© Luis G. Torregrosa López (2011)

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lunes, 23 de enero de 2012

El individuo corriente


Ferdinand Von Schirach en Página 2
El conde de Nordeck saludó a los hombres con un movimiento de cabeza, nadie estaba de humor para hablar. Echó una breve ojeada al animal y sacudió la cabeza en gesto de resignación. Sacó la cartera del bolsillo de la chaqueta, contó cuatrocientos euros y entregó el dinero a uno de los hombres. Era más del doble de lo que valía la oveja. Uno de los hombres dijo:
—Esto no puede continuar así.— Y expresó con ello lo que todos pensaban.
Cuando los hombres se marcharon del patio con la camioneta, Nordeck se subió el cuello del abrigo. "Los granjeros tienen razón —pensó—, debo hablar con él".
 Verde en "Crímenes" de Ferdinand Von Schirach

Ferdinand Von Schirach es un penalista alemán, que en su primera obra literaria ha recogido 9 casos de la justicia penal alemana en los que participó para construir una pequeña obra dotada de una inusual vitalidad narrativa a base de aplicarse muy bien en el uso de los términos justos con los que narra cada historia para convertirlos en relatos crudos que no dejan de ser veraces. Individuos corrientes —tú mismo— que no dejan indiferente y con los que nos sorprenderemos de nuestras propias reacciones.


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domingo, 17 de octubre de 2010

Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en los cielos
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande

Padre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos donde quieras que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas
sucias de la miseria

en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo

cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad

sin embargo una vez cada tanto
tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer

así en tu omnipresencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora

pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o se deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a su pájara
en los cancilleres que murmuran yes sir
en cada mano que se convierte en
claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día

ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos

a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro

poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores

todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta

no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y su amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.

© Copyright poema: herederos de Mario Benedetti
© Copyright imagen 2009 Prisacom SA

*Un padre nuestro latinoamericano, [Mario Benedetti].

lunes, 11 de octubre de 2010

Tragedias en el olvido


Perdió la vida ejecutado sin razón alguna a manos del fascismo victorioso, la perdió su madre poco después, quemada viva con gasolina por tanto preguntar y pedir clemencia, y su hermano, que purgaba su pecado de "rojo" combatiendo por los fascistas, pero que no pudo evitar que un falangista lo ejecutase para "no disfrutar de la Victoria" poco después de caer Valencia. Manuel no sabía que ser poeta en Orense era tan peligroso.